Stańczyk y la Paradoja del Payaso Triste
1 year ago
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🇵🇱 Jan Matejko - Stańczyk en un baile en la corte de la Reina Bona tras la pérdida de Smolensk (1862)
Desde hace tiempo, me encuentro sumergido en la contemplación de una obra pictórica del maestro Jan Matejko, Stanczyk. Aunque a menudo selecciono pinturas y reflexiono sobre ellas en mis escritos, no pretendo que me consideres un analista de arte. Sin embargo, albergaría el deseo de autodenominarme así algún día. Lo que a menudo pienso y creo que soy, es un bufón.
Esta pintura me impacta profundamente. Stanczyk, como puedes apreciar, se encuentra sentado de espaldas a una fiesta que parece estar aconteciendo tras él. A pesar de que su papel como bufón es entretener y alegrar la velada de otros, él mismo es incapaz de hallar la felicidad o animarse. ¿Por qué Stanczyk es capaz de alegrar a los demás pero no puede alegrarse a sí mismo?
Según diversos análisis que encontré en internet, a través de YouTube y en varios blogs, Stanczyk parece estar impactado por la captura de la ciudad de Smolensk por parte del Imperio ruso. Jan Matejko, un polaco de extraordinaria inteligencia, al igual que Stanczyk, pintó este cuadro que bien podría ser un autorretrato, mostrando cuánto le afecta a Stanczyk la captura de la ciudad de Smolensk mientras la élite polaca parece indiferente y celebra. Es importante señalar que la fecha que parece indicar la pintura es 1539, aunque históricamente los eventos sucedieron en otro momento. Sin embargo, no estoy seguro si esto es a propósito ya que Jan Matejko es un pintor meticuloso y perspicaz, especializado en la representación de escenas históricas.
A menudo me he sentido de la misma manera, es decir: incapaz de animarme a mí mismo, diciendo muchas cosas graciosas sin tener la intención de hacer reír tal vez pero provocando que muchas personas que he conocido a lo largo de mi vida se rían no solo de mí, sino conmigo. En general, no me importa que se rían de mí. Me gusta mucho cuando hago reír a la gente pero me gusta más reírme con la gente o hacer reír a la gente conmigo. Y, ¿por qué no? Me gusta reírme de la gente también. Pero sobre todo, me gusta reír mientras estoy solo, algo que a lo largo de mi vida se ha vuelto bastante difícil.
Sin embargo, a pesar de que puedo hacer reír a los demás, a menudo no puedo lograr esa misma capacidad de alegrar a otras personas en mí mismo porque no puedo vivir en el presente. Como puedes ver en la pintura, Stanczyk está completamente perdido en sus pensamientos. La alfombra debajo de sus pies está empujada, indicando que se dejó caer en la silla y estiró los pies. Puedes ver cómo hay una hoja arrugada en el escritorio y cómo su instrumento está tirado como si lo hubiera dejado caer cuando se tiró en la silla. La noticia fue probablemente devastadora.
Pero, ¿cómo haces ver a la gente que debería importarle un problema o un hecho específico si esa misma gente está muy enfocada en escapar de la realidad de otras formas? ¿Cómo ayudas a otras personas a enfocarse en la realidad cuando tu trabajo como bufón es hacer reír a los demás, ya sea de ti o contigo? Principalmente de ti... es difícil hacer reírse contigo cuando no puedes reírte de ti mismo.
Esta es la paradoja del payaso triste, que probablemente has escuchado una y otra vez. Pero si no, permíteme contarte un poco más al respecto, y platicarte algunas anécdotas personales, porque creo que aprender a reírse de uno mismo y tomarse menos en serio es algo muy muy muy importante...
Cuando era niño, una vez acompañé a mi madre en uno de sus viajes a Peñón Blanco, un pueblo de Coahuila. Mi madre daba algún tipo de clase, no recuerdo la razón pero la acompañé. Siempre me gustó mucho acompañar a mi madre porque conocía lugares y en general me gustaba mucho pasar tiempo con ella. Siempre tuvimos una conexión muy fuerte. En esa ocasión, habíamos terminado la jornada de mi madre en una fiesta de alguno de los maestros o alumnos de su clase o curso. Era un cumpleaños, recuerdo que en ese día, mientras había actividades para niños, en la piñata, yo intentando caer bien y hacer amigos, tuve muy poco éxito.
Recuerdo que participé, me reí, hablé con otros niños, pero siempre fue difícil que no me hicieran el feo otras personas, supongo que mi nombre tiene mucho que ver, pero también mi actitud tan pesada y tan alienante. No recuerdo qué edad tenía pero todavía era un niño. En uno de esos intentos que tuve por caer bien, quise participar ante el llamado del animador del evento. No recuerdo si era otro payaso como yo o un adulto hablándole a los demás para que le peguen de nuevo a la piñata. Hubo otro momento de esos clásicos donde el animador de la fiesta pedía que llevaran artículos de sus padres allí donde estaba él a cambio de algún premio. Lamentablemente me caí al piso y aunque no me lastimé, recuerdo que todo el mundo empezó a reírse de mí. En esos entonces ya había superado mi problema con los pies, no podía ponerlos derechos, siempre medía mi pie izquierdo y parecía que caminaba chueco. En ese entonces usaba estos zapatos ortopédicos resbalosos y desafortunadamente eso fue lo que causó que me resbalara y que le diera un momento de alegría a muchas personas, sobretodo niños.
Yo en ese entonces, siendo lo joven que era no pude aguantar la humillación y me salí llorando del evento, porque era muy difícil intentar agradar a gente que no se sentía identificada conmigo o no quería tener nada que ver conmigo. Siempre fui el "terrorista" "el musulmán" "el extranjero" a pesar de lo tranquilo que soy, soy mexicano, hablo principalmente español y soy ateo.
No pude con la vergüenza y me salí a llorar, pensando que nunca jamás iba a regresar. Me intenté meter al bosque que estaba literalmente a unos cuantos pasos fuera de la casa donde estaba ocurriendo la fiesta. Mi madre salió por mí, bastante enojada porque estaba pensando que quise hacer el ridículo. Me gritó: "¿A dónde vas, Abdo? ¿Por qué hiciste eso?" Y yo llorando no podía más que esconder la mirada. Además de la vergüenza, tuve la buena fortuna de que me topé con un lobo bastante cerca, tal vez era un perro muy grande pero me asusté y corrí del lado contrario. Mi madre me intentó calmar al ver que estaba mal y me dijo: "Pensé que lo habías hecho a propósito" porque antes de la caída, justo había estado tratando de "caer bien" como Stanczyk, ¡como un bufón!
Cabe mencionar que me costó regresar a la fiesta por la vergüenza pero oh sorpresa, ya todos los niños querían jugar conmigo. A pesar de que tenía lágrimas en los ojos, mi vergüenza y desgracia causó que automáticamente me volviera una persona de sangre liviana y un niño que terminó jugando mucho fútbol con los demás y hasta compartiendo dulces. La verdad ese día aunque fue algo fuerte, me la terminé pasando muy bien porque aprendí a tomarme menos en serio. Eso no quita que hoy en día, si bien puedo tomarme menos en serio y tengo un don para hacer a veces reír a otras personas en momentos de mucho estrés y ansiedad, que muy seguido me encuentro con la mirada perdida, recordando cosas negativas o reviviendo situaciones traumáticas que ya pasaron.
¿Por qué a veces no puedo hacerme reír? Recuerdo otra situación cuando vivía en Bélgica, que tuve un ataque muy extremo de ansiedad donde terminé tranquilándome arrancándome el pelo pensando que si me hacía un corte de pelo estilizado, me iba a ver muy bien y el suceso de arrancarme pelo no se iba a notar. Yo cortaba y cortaba y cortaba y terminé con el pelo completamente trasquilado. Mis roomies y amigos cuando me vieron se atacaron de la risa, excepto por mi queridísimo amigo Umur quien gritó: "¡AAAA!" Me dijo: "Mañana saliendo de trabajar te voy a llevar a un salón a que te hagan un corte adecuado, pareces una chica punk lesbiana". Sé que en esos entonces, era común ver chicas con el mismo corte de pelo que me intenté hacer, que era parecido a lo que se le conoce como mohawk y que Umur se refería a la película de "la chica del tatuaje de dragón". Terminé yendo a trabajar al día siguiente al lugar de trabajo compartido Winkelhaak en Amberes donde vivía y causé bastante risa. Mucha gente me preguntó que qué me había pasado y ese día estuve en fuego haciendo chistes. Que tenía cáncer pero me había curado, que había perdido una apuesta y había dejado que un amigo ciego me cortara el pelo, que había visto no sé qué partido y me había terminado de arrancar el pelo del coraje, que me había cortado el pelo alguien en entrenamiento pero no había querido faltarle al respeto y dejé que me cortara el pelo sin quejarme pero hey, ¡fue gratis!, nada de eso había sido cierto pero me la pasé muy bien mintiendo y/o bromeando ese día.
La verdad ese día se me olvidó lo mal que la había pasado en ese momento que tomé la decisión de trasquilarme el pelo y si bien no recuerdo haberme tomado una foto, sí olvidé los momentos difíciles que estaba pasando al vivir en otro país, fuera de mi casa, de mi propio país, por primera vez y haber experimentado muchas situaciones ya traumáticas de por sí que no son el tema del momento pero confía en mí, había pasado por muchas cosas traumatizantes hasta ese momento. Solo puedo decir que hubo muchas rupturas, muchas traiciones, mucho odio y muchos adioses... claro que al final del día todo había acabado en un Kapsalon o Salón turco con Umur donde me cortaron el pelo y la verdad me quedó muy bien, desde entonces no he vuelto a tener el pelo así de largo.
La idea a la que quiero llegar es que cada vez que tenemos esos momentos de silencio y tristeza donde no podemos más que observar al vacío y sufrir en silencio como Stanczyk, apartados de lo que en realidad está pasando, son momentos de introspección que según Jacques Lacan, son momentos donde estamos conectando con nuestra propia identidad. Al estar pensando en estas situaciones traumatizantes o tristes, estamos viviendo la etapa del espejo otra vez. ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué no puedo mostrarle a nadie lo mucho que estoy sufriendo en este momento? Decía Jacques Lacan que nosotros los humanos estamos hechos para sufrir y nuestra mente, está hecha para parar el sufrimiento. No es sorpresa que Stanczyk y su incapacidad de proyectar sufrimiento porque su trabajo es hacer reír a los demás, se encuentre así, como yo y probablemente tú, sentado, mirando al vacío, sin hacer ninguna expresión, sufriendo en silencio, mientras otras personas, no pueden dejar de reír, y de disfrutar la miseria de otras maneras menos dolorosas y a veces entre muchas risas tal vez vacías, tal vez no.